Saludos!
Bienvenidos al blog que pretende dar rienda suelta a la libre creación de los más capaces pues son ellos, y no la masa servil, los que han de decidir sobre el futuro de los pueblos.
“Tras la creación del Hombre Nuevo” nace con la intención de cubrir el hueco aristocrático que las tendencias populistas dan a las ideas, pervirtiendo con ello el concepto de grandeza cosmovisional para rebajarlo a niveles ínfimos de autosuperación y formación.
“Tras la creación del Hombre Nuevo” tratara de dar cabida a los espíritus inquietos que busquen o persigan una formación de carácter integral, lejos del concepto enciclopédico de las “ratas de biblioteca” y de la nulidad intelectual. Mens sana in corpore sano será pues, la premisa de obligado cumplimiento a la que se adherirán los lectores sin paliativos pues, es en el plano de elevación total donde radica la propia divinidad.
Es pues, la intención del presente blog, aunar entre sus colaboradores a aquellos que gusten de reunir en si la Voluntad de compromiso y la lealtad hacia los principios inmutables de la Tradición, plasmados en ultimo en el nacionalsocialismo y arropados bajo el sacro símbolo de Gammadion.
Que la Voluntad os guíe por el sendero de los mediocres para alcanzar con ella la Gloria de la Eternidad pudiendo hacer que os fundáis en uno con el Incognoscible.
Salve et Victoria!
Contador de visitas
Revolución... ¿Y luego qué?
Muchas veces nos hemos parado a
pensar, otras tantas divagamos ante la acción revolucionaria de la que creemos estar predestinados.
La divagación, la dispersión,
hacer volar nuestra imaginación es una forma sutil de evadir nuestros
pensamientos del verdadero mundo terreno, o mundo real. Es pues inherente al
hombre la idea de evadir la realidad desde tiempos pretéritos, acentuada y
cimentada con la llegada del Cristianismo a Europa cimentado a su vez en el
platonismo.
Cada hombre, ante el pánico que
supone el constante flujo del rio que llamamos vida, decide pues crear para sí
un microcosmos, un paraíso extraterreno y
extracorpóreo como fin último. Un lugar regido por y para el descanso,
lejos de la mundanidad y del peligro de lo terreno y material.
No así ocurre en la mitología
nórdica pues tanto la vida como la muerte suponen un batallar constante,
cíclico.
Tras este inciso, volvemos a la
trascendencia del individuo para consigo mismo.
El hombre, en tanto que es animal
evade todo tipo de responsabilidad y sufrimiento, posicionándose incluso por
debajo de la mediocridad moral cristiana, focalizando su esfuerzo hacia el mero
egoísmo y la salvación en última instancia de su propio Ser. La radicalidad de
los nuevos tiempos no ha convertido (pues siempre ha sido así) al hombre en un
necio cobarde y estulto, sólo lo ha canalizado hasta su verdadero estado de
letargo, su animalidad carente de razón. El desequilibrio entre razón e
instinto en detrimento de la inteligencia que lo rige.
Así pues, en la actualidad cualquier coalición entre
hombres es algo insólito, quimérico e inusual dada la mediocridad que rige la
psique del individuo “no creador” que lucha por meros intereses particularistas
y carentes toda llama creativa.
Ahora bien, bañados es las
espesas y oscuras aguas de un pesimismo embriagador, iniciemos la inmersión a
las profundidades del mismo:
Aquellos que ansían o desean que
una revolución tenga lugar bajo unas circunstancias, aptas o no, deben pensar,
a la hora de llevarlo a cabo: ¿Estoy
verdaderamente preparado?¿Es pues causa justa que Yo, individuo, intervenga en
dicha acción? ¿Estaré a la altura de tales circunstancias?
La respuesta a estas preguntas,
como muchas reflexiones filosóficas nos acercarían inevitablemente al
abismo de la aporía.
En el momento que se escriben
estas líneas, el ardor revolucionario es patente en grandes ciudades, en
pueblos o en los hombres individualizados. Sin embargo, la idea de la
desobediencia es atractiva en tanto que
son reminiscencias de batallas arcaicas, pero… ¿qué hay tras la revolución de
unos hombres necios? NADA es la respuesta. NADA es lo que depara al hombre tras
una ola de barbarie.
Los revolucionarios, aspirantes
al caos, la barbarie y la pedantería, trabajan o aspiran al envilecimiento y la
devastación, careciendo éstos de un aporte revitalizador y verdaderamente
revolucionario, la cultura.
¿Hacer por hacer? Mejor no hacer
nada que hacerlo mal.
La pertinente constancia, la
absoluta formación del individuo ha de ser categórica en tanto se quiera hacer
una Revolución. La intelectualidad debe por tanto ser una extremidad más del
hombre revolucionario. Es pues imprescindible que la sabiduría, el conjunto
aristocrático tenga cabida en un proceso pre-revolucionario, de no ser así,
mejor observar desde las ventanas como la ingominia, la vanidad y el desorden
subyugan la civilización.
La fobia al orden jerárquico, el
miedo a la intelectualidad, el odio al
orden aristocrático, es mero impedimento del desarrollo revolucionario
tal y como debe concebirse. El hombre
cuya capacidad de destrucción es admirable, debe en consecuencia ser
ejemplo en la creación y el desarrollo del nuevo Estado.
La destrucción precede a la
creación y ésta lo hace a la destrucción.
La ausencia de creadores será el
fin de la civilización.
¿Vegetarianos? 1ªParte
"…Llegará un día en que los hombres como yo, verán el asesinato de
un animal como ahora ven el de un hombre" Leonardo da Vinci
Comenzando un artículo de
discordia, es importante matizar y resaltar que hay más de un autor escribiendo
estas líneas, con ello espero que la ira de los lectores no caiga sobre uno en
concreto.
Recientemente tuve una profunda
reflexión sobre el consumo de alimentos, concretamente su consumo por parte del
hombre. Éste, como bien se sabe, actualmente dispone de una alimentación
variada lo cual supone un aporte completo para el funcionamiento diario, así
como una prolongación de la esperanza de vida del mismo.
A lo largo de los siglos y
tomando como punto de referencia la teoría evolucionista darwiniana, el bípedo
ha desarrollado su nutrición hasta convertirse en lo que hoy llamamos un animal
omnívoro. El desarrollo del intelecto ha contribuido sobre manera a la búsqueda
de nuevos sustentos, sin ella hubiéramos muerto de inanición siendo pasto de
otros depredadores mejor dotados físicamente.
Con todo ello podemos tolerar y
se comparte el antiguo instinto de la caza pues no es otra cosa que el instinto
de conservación y supervivencia inherente a todos los animales que pueblan la
Tierra. Pero ello no justifica en absoluto la abominación en la que se ha
convertido el proceso de alimentación de los voraces seres que somos los
humanos.
Somos, muy a nuestro pesar, los sumos
responsables de todos los desastres medioambientales, culpa de la molicie y la
completa sumisión a los adoradores de la materia.
“La grandeza de una
nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a
sus animales”.- Mahatma Gandhi
Entrando pues en la materia,
ahondamos en la reflexión ¿Es necesario para una civilización occidental o no
el uso de carne como alimento?
Evidentemente que todas las
civilizaciones han sido y serán consumidoras de carne pero… ¿no será aquella
civilización, la que con su juicio e ingenio, sea capaz de alimentar a sus
semejantes en base a una ética alimenticia revolucionaria, entroncando
directamente con el respeto y por ende el paralelismo con la naturaleza?
En modesta opinión, sí.
Un pueblo en armonía connatural
con la naturaleza es el summom bonum, la
felicidad, o el retorno al origen. El alcance de tal estado supone la superación
del individuo, su elevación sobre todas las cosas, más allá del bien y el mal, pues
participamos de la perfección.
Allá por los años 30, un odiado y
admirado hombre tenía máxima conciencia de lo que se expone. Precursor de los
derechos animales, exaltado amante de lo natural, vivo retrato de las
definiciones anteriores. Todo ello bajo la tensión y el acecho de los enemigos
de la identidad, ¡Aún así! Tuvo la determinación y la voluntad de proteger lo
que como se ha expuesto arriba, forma parte de un Todo.
Alienado o no, el hombre ha
vivido en un pedestal sobre el orden de las cosas, admitiendo en todo momento
su supremacía en derredor suyo. Sin embargo, inevitablemente formamos parte de
una constante cíclica, un eterno retorno en el que todos formamos parte.
Ya no somos una sociedad de
cazadores-recolectores, somos la hez de una sociedad necia y en consecuencia
intolerante. El hombre cazador, uno de nuestros inmediatos ancestros, hacia uso
de la cognición para alimentarse, en beneficio incluso de la especie depredada,
pues bien es sabido que aquellos
elementos de una especie supervivientes a la depredación, son los mejor dotados
genéticamente, favoreciendo el
desarrollo de una especie fuerte.
Sin embargo, esto se escapa del
propósito de concienciación, hablamos del pretérito cuando debemos hablar del
futuro. No es aquello que comamos lo que nos hace evolucionar como especie,
sino la voluntad y la superación constante. Eso es lo que determina el nivel de
una especie, su nivel cultural, su desarrollo físico, etc.
Es pues lícito que hagamos un
tremendo esfuerzo por la conservación y
superación de nuestro pueblo en base a la armonía natural.
"Hay una cosa
que puedo predecir a los
que comen carne, que
el mundo futuro será
vegetariano"
Adolf Hitler
Tras la creacion del hombre nuevo, o el encuentro constante con el estúpido
¡Sabed insensatos que no es sólo lectura lo que nos
perturba, no es sólo placer lo que nos rodea!
Esta nueva entrada, cuyo título
coincide con el que da nombre a este blog,
incide de nuevo a la reflexión sobre un tema conocido pero solapado por
nosotros mismos.
Hoy hablaremos del grupo, grupos
o individuos que luchan en lo que se supone es el combatiente
idealista en los entrantes del siglo XXI.
Sin pretensión ni deseo de
acaparar una atención inmerecida, pues todo lo escrito aquí no debe pues
suscitar más que ampollas (siendo esta una de las finalidades del blog),
comenzamos con una crítica global o autocrítica de los modelos entronizados en
este caricaturesco movimiento en el que se ha convertido el legado de uno de
los sucesos más grandes vividos por el hombre.
Kalki |
El Nacional-Socialismo, lejos de
ser un partido mediocre, se convirtió en una de las cosmovisiones, mejor dicho
en la cosmovisión del ente europeo por
antonomasia. Movimiento caracterizado y apoyado por una férrea y sólida
filosofía. Filosofía avalada por las más grandes mentes de cada centuria.
Frente a esta creación del
hombre, que podemos denominar súmmum del pensamiento y desarrollo occidental
Indoeuropeo nos encontramos con la barbarie en cuyo rostro nos vemos
reflejados.
El desarrollo de las
potencialidades de los individuos hasta hoy ha sido diametralmente opuesto a
los caminos que siguieron pretéritamente nuestros antecesores. El
fortalecimiento del intelecto va en detrimento de nuestra formación natural si
no es de un modo ecuánime, hecho demostrado y constatado de forma empírica en
nuestro derredor.
Nuestra sociedad bastarda,
concretamente el núcleo al que nos referimos, se ha transformado en un grupo
disperso, de ideas opuestas, con fin señorial, pecuniario y zafio. Todo grupo,
sea cual fuere, busca para sí el reconocimiento populista y la cota de poder
consecuente.
La búsqueda de la superación del
individuo mediocre queda pues en letargo, incluso en extinción. Los ya
nombrados (nosotros inclusive), no buscan mas allá de sus problemas personales,
de sus luchas cotidianas y superfluas, profundizando en la paradójica e inacabada lucha contra el ego.
Es pues el dragón quien esta venciendo esta contienda.
Una consecuencia directa de todo
esto es observable. Sólo debemos mirarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno
de camaradería. Entorno mezquino pese a la rebosante intelectualidad que
caracteriza a algunos miembros. Éstos a su vez, olvidan muy a menudo pese a
rubricarlo una y otra vez sobre el papel, experimentar todas las aseveraciones
relacionadas con el mantenimiento físico entre otras muchas cosas.
Si bien, no cabe esperar nada del
individuo charlatán, mucho menos podemos hacerlo de enjutos demagogos abanderados por la
siguiente máxima: “Haz lo que yo diga pero no lo que yo haga”.
Tras esto, sólo nos queda
ahogarnos en la reflexión y ahondar en otros menesteres que también tienen
relación con todo esto.
Taxativa espera la del ¿Qué
hacer?, suponen para el individuo mediocre un punto de inflexión en la
continuidad dentro de éste entorno. Viéndose éste aplastado frente a la
superioridad del gigante, recurre a la letanía, al oscurantismo y al refugio de
la estulticia como lugar de tránsito ante la agónica situación.
Licurgo |
¿Cuándo? Es otra sugestión
notable entre los miembros del núcleo. ¿Cuándo ocurrirá…? ¿Cuándo llegará el
momento ansiado…? Cuestiones retóricas…. La respuesta plausible a un elemento
retórico es la que da uno mismo, es el momento en el que decide iniciar la
andanza. El momento en el que Alonso Quijano decidió abandonar el mundo
retórico e ilusorio para por fin materializar el idealismo.
El momento propicio es cada
momento, todo efecto es producido por una causa que lo precede.
Dejemos ahora de lado el cuándo y
centrémonos en el cómo:
¿Cómo ha de ocurrir…? La ciencia
es un poderoso aliado de la filosofía, son dos campos complementarios, ambos
beben una de la otra, sólo es menester recordar de dónde surgieron ambas y de qué manera.
Utilicemos pues la imaginación, y
hagamos uso de una metáfora para establecer el cuándo:
Supongamos que el entorno, el
pueblo, que nos rodea es una cazuela de agua
al fuego, en determinado momento el agua comenzará a hervir. Ahora bien,
justo antes de comenzar, el instante antes de ocurrir, podemos denominarlo
punto de no retorno. Extrapolen y verifiquen el cuándo…
Sin necesidad de empleo de más
cuestiones, es menester seguir con la destrucción de lo anodino que habita en
nuestro ser.
Habitados también por seres
alfeñiques que dicen representar el ideal apolíneo, suponen también una carga
para la “lucha” en cuanto a lucha es. La defensa de una cosmovisión no reside
en el acomodamiento del individuo y por ende a la inducción del debate
hedonista. La defensa estriba en el acto, en la voluntad de cada individuo que
lucha por superarse a sí mismo, de un modo ecuánime con su mente, con su
espíritu.
Pregoneros de la libertad,
trovadores de lo bello, poetas de la rectitud y la moralidad, aquello que somos
y seremos. Sólo vociferantes incapaces de mirar más allá de lo que somos.
Redundantes egocéntricos, pecamos del hecho de posesión de inteligencia, una
inteligencia innata y sin embargo de poco nos ha servido en esta centuria salvo
para nuestros meros intereses.
Grito pues al vacío, aquello de
lo que estamos llenos: ¡Caed presuntuosos, caed! ¡Somos gobernados por la
medianía y el desorden! ¡Es el día del caos! ¡Es el día del caos!!Salid de
vuestro escondite, romped vuestras máscaras, sed vosotros, sed lo que fuisteis!
Para ver la luz, primero hemos de
conocer la oscuridad…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)