Para comenzar, es menester citar a un maestro entre maestros de la filosofía helena como Platón, quien destiló la esencia del amor convirtiéndolo en algo inalcanzable hoy en día.
El concepto del amor platónico se basa en la propia idea de un amor no correspondido, o mejor dicho, la idealización de una dama u hombre cuyo amor es espiritual, mezcla de unión metafísica que no debía corromperse a través del encuentro carnal que acabaría con la magia idealizada.
Desde tiempos inmemoriales son frecuentes los momentos idílicos de dos personajes unidos más anímica que físicamente lo que produce en la mayoría de los casos un sufrimiento inevitable e incluso con la consecuencia de la tragedia. Tenemos por ejemplo los amores trovadorescos que se corresponden con lo expuesto anteriormente. El trovador o Minnesanger como se denominaban en la zona germana, se unía anímicamente a una dama idealizada, aunque ésta nunca le correspondía, pues la dama era perteneciente a la nobleza, lo que el trovador consideraba inaccesible. Esta agonía, como no, acababa en una pasión agónica o en una tragedia sin precedentes.
No solo ha sido el amor platónico lo que ha divinizado las relaciones entre ambos sexos, también hay sucesos trágico-amorosos como los de Calisto y Melibea, donde ésta, al ver fallecer a su amado por un fortuito accidente decide sin más preámbulo que su amor, suicidarse y compartir destino con su amado.
Al igual ocurre en los personajes de Shakespeare Romeo y Julieta, quienes al ver imposibilitado un amor en vida, deciden acabar con la misma y trascender al mundo de las ideas donde todo es posible.
Dado que se nombra una obra célebre del escritor inglés, es menester citar aquí al magnánimo y homólogo de Shakespeare, Miguel de Cervantes, quien narra en su gran obra cómo Don Quijote idealiza a una dama .La finalidad de todas sus aventuras de caballero andante son por pretensión a la superación de uno mismo y la búsqueda a ese amor poético, elevado.
Con esto solo quería comenzar una introducción y no caer en el error de la generalización debido a la crítica que se expone a continuación. El amor no ha sido siempre una banalidad tal y como nos muestran hoy en día los genios y titiriteros del orden establecido, sino un valor y un paso más hacia la perfección del individuo.
Ahora bien, en la actualidad, lo que se corresponde a las relaciones entre hombre y mujer sólo tiene una determinación de índole sexual. Con esto quiero referir, que tanto el hombre como la mujer, vanidosos de su carácter evolutivo para con la sociedad antigua, no hacen sino evidenciar su involución y hominización respecto al desenfreno instintivo.
El hombre, como animal, sólo piensa en cubrir como si de un caballo se tratara a toda hembra que se cruce en su camino. Muchos pensarán ¿Qué barbarie está diciendo este señor?, pero en cierta medida es veraz, pues es una cuestión de equiparar el hombre al mundo animal y analizarlo como un miembro más de la sociedad de masas.
Escojamos un hombre sin más, y hagamos un análisis como si de un documental se tratara. Podríamos observar que como animal bípedo tiene unas necesidades que ha de satisfacer. Como se trata de un hombre mediocre no hay medios que justifiquen la líbido pues no se trata de un asceta que renuncie al encuentro carnal, sino que lo desea y lo busca con ansia. Ahora bien, este hombre necesita de su intelecto natural para satisfacer estas necesidades, que puede ser por intermediación de celestinos, en lugares nocturnos, por Internet, etc. Cuando el hombre encuentra lo que busca, no es el deseo de amor lo que le mueve al encuentro, sino su necesidad de deseo sexual, esa lujuriosa y característica manera de ser de los bípedos. No es nada nuevo este comportamiento, pues si nos ceñimos al deseo carnal, desde el principio de los tiempo ha habido y habrá. (Véase la prostitución de la mujer)
El hombre mediocre (para determinar así que clase de persona estamos analizando) es un ser irracional respecto al sexo. En referencia a las amistades, todas las que posea de sexo femenino carecen del amor que se siente por un amigo, declinándose en un ardiente deseo sexual hacia las susodichas. ¿Cómo es esto? Muy sencillo, el hombre, en su afán conquistador como es inherente en su idiosincrasia, precisa de una estrategia para alcanzar esa satisfacción que hemos mentado antes. Esa estrategia se corresponde con lo expuesto a la amistad femenina. El hombre mediocre no tiene amistades femeninas, nunca las ha tenido y nunca las tendrá. En la actualidad, el modus operandi del macho es como hemos dicho antes, estratégico. Su amistad con dicha dama, se basa sólo en el hecho de que a través de la amistad y la confianza éste, en un determinado momento de debilidad pueda tener éxito y cubrirla. Otros pueden decir que no siempre ha de ser así por una cuestión de gustos, pues una fémina amistosa no ha de ser una belleza nórdica en toda regla. Para ese aspecto hay respuesta, y es que si la amistad del individuo carece de belleza, éste la utiliza como celestina, o como trampolín para llegar a efectos de corto o largo plazo a otras féminas de belleza atrayente con las que satisfacerse. (sus amigas)
La decadencia del hombre mediocre se ha ido forjando durante los siglos e irá incrementándose de modo que llegará un momento que la teoría del célebre Charles Darwin tenga veracidad desde su perspectiva antagónica: no es el hombre quien desciende del mono sino al contrario. El hombre degenera de tal modo que en un futuro éste se convertirá en mono. La búsqueda de placer sin sacrificio, la falta de superación y la inexistencia de empresas que determinen la valía de los individuos, son propicios a la hora de la creación de estos seres vacuos que involucionan hasta llegar al peldaño de los homínidos. Si de forma hipotética ocurriera algo semejante a lo expuesto, y teniendo en cuenta tanto el pasado como el presente que nos avala, el hombre, si es que continúa llamándose así, será una mascota servil y complaciente de quienes dominan en este momento. Se podría decir que ya es así en tanto que el homo erectus depende absolutamente de quien manda, pues si por cualquier circunstancia se le arrebata todo cuanto tiene, éste no sería capaz sobrevivir como es debido a consecuencia de su falta de contacto con el entorno natural.
Hemos explicado antes que lo único que aproxima a este ser irracional a la naturaleza es su comportamiento instintivo inherente al sexo animalesco. Ya decía Platón que los miembros de lo que debería ser el utópico estado que él creó en el mundo de las ideas, no debían ser esclavos y serviles de sus bajas pasiones e impulsos que los corrompieran pues habían de ser justos o en conclusión aristócratas en su sentido etimológico.
Ninguno de nosotros estamos exentos de este comportamiento, pues todo aquel que haya encontrado esa equidad entre voluntad e instinto y por otro lado la armonía entre cuerpo y alma, no es un humano, sino un dios, algo prácticamente utópico en estos tiempos que corren, donde los valores están materializados y corrompidos.
La mujer no es menos en este mundo decadente. Su temor al pensamiento de los demás para con su imagen, hacen que este ser se someta a las bajezas más inhumanas. No es nada dispar ver a la mujer comportarse cual animal con el mero objetivo de ser bien vista por una sociedad vomitiva. Con esto no pretendo hacer un alarde de defensa de la fémina actual, pues a mi parecer el arquetipo femenino del siglo XXI se merece el mismo adjetivo con el que he calificado a la sociedad con anterioridad.
Su visión del mundo carece de sentido, no precisa ser madre y mucho menos tiene aspiraciones familiares. Su propósito es convertirse en un hombre, anhela la idiosincrasia masculina, desea en consecuencia poseer un falo con el que otorgar vida, pues son ellas mismas las que desprecian su cualidad de madres y la importancia que ello conlleva. Al verse psicológicamente sometidas por el “báculo de mando” masculino, no dudan en utilizar sus atributos sexuales como estrategia para reducir al elemento fálico y poder aprovechar de este todo cuanto se pueda obtener. Lo aquí expuesto puede sonar un tanto exagerado, pero solo habría que echar un vistazo a los actuales medios de comunicación, donde la mujer, en un pseudo papel predominante utiliza todas sus, lo que ellas llaman “armas de mujer”, para conseguir sus anhelados propósitos de emancipación fálica, aunque con ello tengan que remontarse a la época de los etruscos donde el propio falo era un instrumento de adoración. (valga la redundancia).
No es necesario extenderse en lo que concierne al rol actual de la mujer “liberada” en la sociedad, pues simplemente con el concepto de libertad de la mujer que se tiene, que desemboca en enseñar las glándulas mamarias en revistas y televisión, fácilmente nos hacemos una idea de la masa que nos rodea y representa.
Como finalización, se ha de decir que la sociedad está en constante decadencia y se encuentra sin rumbo, lo que supone que es cronos quien determinará cuánto tiempo de agonía han de seguir sufriendo los pobres infelices que paradójicamente viven felices en su ignorancia cual animales (sabiendo que ellos carecen de la razón), sin más preocupaciones que la de reproducirse y buscar alimento para subsistir. Curiosamente, el hombre (como concepto neutro) ya no anhela la reproducción, pues es persuadido por la malicie para que dé rienda suelta a su conducta animal en detrimento de sus valores ancestrales, convirtiéndose con ello en meras bestias de carga sin sentimientos y mansos como corderos, eso sí, con las necesidades sexuales cubiertas.
Se extinguió el amor, se acabó el platonismo, finalizó el amor cortés, así como la mística que los une. Sólo queda el deseo, la búsqueda de placer por el placer, evitar los caminos angostos, el anhelo de la vida cómoda y la muerte en camastro con un pañal por bandera.
Por si fuera poco el pesimismo que destila este texto (véase artículo “Negativismo positivo”), como anexo añado lo que no hace mucho fue fuente de inspiración para la escritura y reflexión: El extracto del monólogo de Segismundo, aquel que creía que la vida era un sueño ya por alienación o convencimiento, perteneciente a la obra magna “La vida es sueño” del barroco Calderón de la Barca quien al escribirlo delata su pensamiento.
"Yo sueño que estoy aquí
El concepto del amor platónico se basa en la propia idea de un amor no correspondido, o mejor dicho, la idealización de una dama u hombre cuyo amor es espiritual, mezcla de unión metafísica que no debía corromperse a través del encuentro carnal que acabaría con la magia idealizada.
Desde tiempos inmemoriales son frecuentes los momentos idílicos de dos personajes unidos más anímica que físicamente lo que produce en la mayoría de los casos un sufrimiento inevitable e incluso con la consecuencia de la tragedia. Tenemos por ejemplo los amores trovadorescos que se corresponden con lo expuesto anteriormente. El trovador o Minnesanger como se denominaban en la zona germana, se unía anímicamente a una dama idealizada, aunque ésta nunca le correspondía, pues la dama era perteneciente a la nobleza, lo que el trovador consideraba inaccesible. Esta agonía, como no, acababa en una pasión agónica o en una tragedia sin precedentes.
No solo ha sido el amor platónico lo que ha divinizado las relaciones entre ambos sexos, también hay sucesos trágico-amorosos como los de Calisto y Melibea, donde ésta, al ver fallecer a su amado por un fortuito accidente decide sin más preámbulo que su amor, suicidarse y compartir destino con su amado.
Al igual ocurre en los personajes de Shakespeare Romeo y Julieta, quienes al ver imposibilitado un amor en vida, deciden acabar con la misma y trascender al mundo de las ideas donde todo es posible.
Dado que se nombra una obra célebre del escritor inglés, es menester citar aquí al magnánimo y homólogo de Shakespeare, Miguel de Cervantes, quien narra en su gran obra cómo Don Quijote idealiza a una dama .La finalidad de todas sus aventuras de caballero andante son por pretensión a la superación de uno mismo y la búsqueda a ese amor poético, elevado.
Con esto solo quería comenzar una introducción y no caer en el error de la generalización debido a la crítica que se expone a continuación. El amor no ha sido siempre una banalidad tal y como nos muestran hoy en día los genios y titiriteros del orden establecido, sino un valor y un paso más hacia la perfección del individuo.
Ahora bien, en la actualidad, lo que se corresponde a las relaciones entre hombre y mujer sólo tiene una determinación de índole sexual. Con esto quiero referir, que tanto el hombre como la mujer, vanidosos de su carácter evolutivo para con la sociedad antigua, no hacen sino evidenciar su involución y hominización respecto al desenfreno instintivo.
El hombre, como animal, sólo piensa en cubrir como si de un caballo se tratara a toda hembra que se cruce en su camino. Muchos pensarán ¿Qué barbarie está diciendo este señor?, pero en cierta medida es veraz, pues es una cuestión de equiparar el hombre al mundo animal y analizarlo como un miembro más de la sociedad de masas.
Escojamos un hombre sin más, y hagamos un análisis como si de un documental se tratara. Podríamos observar que como animal bípedo tiene unas necesidades que ha de satisfacer. Como se trata de un hombre mediocre no hay medios que justifiquen la líbido pues no se trata de un asceta que renuncie al encuentro carnal, sino que lo desea y lo busca con ansia. Ahora bien, este hombre necesita de su intelecto natural para satisfacer estas necesidades, que puede ser por intermediación de celestinos, en lugares nocturnos, por Internet, etc. Cuando el hombre encuentra lo que busca, no es el deseo de amor lo que le mueve al encuentro, sino su necesidad de deseo sexual, esa lujuriosa y característica manera de ser de los bípedos. No es nada nuevo este comportamiento, pues si nos ceñimos al deseo carnal, desde el principio de los tiempo ha habido y habrá. (Véase la prostitución de la mujer)
El hombre mediocre (para determinar así que clase de persona estamos analizando) es un ser irracional respecto al sexo. En referencia a las amistades, todas las que posea de sexo femenino carecen del amor que se siente por un amigo, declinándose en un ardiente deseo sexual hacia las susodichas. ¿Cómo es esto? Muy sencillo, el hombre, en su afán conquistador como es inherente en su idiosincrasia, precisa de una estrategia para alcanzar esa satisfacción que hemos mentado antes. Esa estrategia se corresponde con lo expuesto a la amistad femenina. El hombre mediocre no tiene amistades femeninas, nunca las ha tenido y nunca las tendrá. En la actualidad, el modus operandi del macho es como hemos dicho antes, estratégico. Su amistad con dicha dama, se basa sólo en el hecho de que a través de la amistad y la confianza éste, en un determinado momento de debilidad pueda tener éxito y cubrirla. Otros pueden decir que no siempre ha de ser así por una cuestión de gustos, pues una fémina amistosa no ha de ser una belleza nórdica en toda regla. Para ese aspecto hay respuesta, y es que si la amistad del individuo carece de belleza, éste la utiliza como celestina, o como trampolín para llegar a efectos de corto o largo plazo a otras féminas de belleza atrayente con las que satisfacerse. (sus amigas)
La decadencia del hombre mediocre se ha ido forjando durante los siglos e irá incrementándose de modo que llegará un momento que la teoría del célebre Charles Darwin tenga veracidad desde su perspectiva antagónica: no es el hombre quien desciende del mono sino al contrario. El hombre degenera de tal modo que en un futuro éste se convertirá en mono. La búsqueda de placer sin sacrificio, la falta de superación y la inexistencia de empresas que determinen la valía de los individuos, son propicios a la hora de la creación de estos seres vacuos que involucionan hasta llegar al peldaño de los homínidos. Si de forma hipotética ocurriera algo semejante a lo expuesto, y teniendo en cuenta tanto el pasado como el presente que nos avala, el hombre, si es que continúa llamándose así, será una mascota servil y complaciente de quienes dominan en este momento. Se podría decir que ya es así en tanto que el homo erectus depende absolutamente de quien manda, pues si por cualquier circunstancia se le arrebata todo cuanto tiene, éste no sería capaz sobrevivir como es debido a consecuencia de su falta de contacto con el entorno natural.
Hemos explicado antes que lo único que aproxima a este ser irracional a la naturaleza es su comportamiento instintivo inherente al sexo animalesco. Ya decía Platón que los miembros de lo que debería ser el utópico estado que él creó en el mundo de las ideas, no debían ser esclavos y serviles de sus bajas pasiones e impulsos que los corrompieran pues habían de ser justos o en conclusión aristócratas en su sentido etimológico.
Ninguno de nosotros estamos exentos de este comportamiento, pues todo aquel que haya encontrado esa equidad entre voluntad e instinto y por otro lado la armonía entre cuerpo y alma, no es un humano, sino un dios, algo prácticamente utópico en estos tiempos que corren, donde los valores están materializados y corrompidos.
La mujer no es menos en este mundo decadente. Su temor al pensamiento de los demás para con su imagen, hacen que este ser se someta a las bajezas más inhumanas. No es nada dispar ver a la mujer comportarse cual animal con el mero objetivo de ser bien vista por una sociedad vomitiva. Con esto no pretendo hacer un alarde de defensa de la fémina actual, pues a mi parecer el arquetipo femenino del siglo XXI se merece el mismo adjetivo con el que he calificado a la sociedad con anterioridad.
Su visión del mundo carece de sentido, no precisa ser madre y mucho menos tiene aspiraciones familiares. Su propósito es convertirse en un hombre, anhela la idiosincrasia masculina, desea en consecuencia poseer un falo con el que otorgar vida, pues son ellas mismas las que desprecian su cualidad de madres y la importancia que ello conlleva. Al verse psicológicamente sometidas por el “báculo de mando” masculino, no dudan en utilizar sus atributos sexuales como estrategia para reducir al elemento fálico y poder aprovechar de este todo cuanto se pueda obtener. Lo aquí expuesto puede sonar un tanto exagerado, pero solo habría que echar un vistazo a los actuales medios de comunicación, donde la mujer, en un pseudo papel predominante utiliza todas sus, lo que ellas llaman “armas de mujer”, para conseguir sus anhelados propósitos de emancipación fálica, aunque con ello tengan que remontarse a la época de los etruscos donde el propio falo era un instrumento de adoración. (valga la redundancia).
No es necesario extenderse en lo que concierne al rol actual de la mujer “liberada” en la sociedad, pues simplemente con el concepto de libertad de la mujer que se tiene, que desemboca en enseñar las glándulas mamarias en revistas y televisión, fácilmente nos hacemos una idea de la masa que nos rodea y representa.
Como finalización, se ha de decir que la sociedad está en constante decadencia y se encuentra sin rumbo, lo que supone que es cronos quien determinará cuánto tiempo de agonía han de seguir sufriendo los pobres infelices que paradójicamente viven felices en su ignorancia cual animales (sabiendo que ellos carecen de la razón), sin más preocupaciones que la de reproducirse y buscar alimento para subsistir. Curiosamente, el hombre (como concepto neutro) ya no anhela la reproducción, pues es persuadido por la malicie para que dé rienda suelta a su conducta animal en detrimento de sus valores ancestrales, convirtiéndose con ello en meras bestias de carga sin sentimientos y mansos como corderos, eso sí, con las necesidades sexuales cubiertas.
Se extinguió el amor, se acabó el platonismo, finalizó el amor cortés, así como la mística que los une. Sólo queda el deseo, la búsqueda de placer por el placer, evitar los caminos angostos, el anhelo de la vida cómoda y la muerte en camastro con un pañal por bandera.
Por si fuera poco el pesimismo que destila este texto (véase artículo “Negativismo positivo”), como anexo añado lo que no hace mucho fue fuente de inspiración para la escritura y reflexión: El extracto del monólogo de Segismundo, aquel que creía que la vida era un sueño ya por alienación o convencimiento, perteneciente a la obra magna “La vida es sueño” del barroco Calderón de la Barca quien al escribirlo delata su pensamiento.
Estimado camarada:
ResponderEliminarSegun tus palabras el hombre tiene que ser asteta, buscar el sufrimiento del amor, como Schopenhauer lo hubiese querido, el sufrimiento para el disfrute de la vida. En ese aspecto no estoy nada de acuerdo con tus palabras, no hay nada mas bello que ese sufrimiento antes de conseguir estar con la persona amada. Te estas posicionando como la iglesia, la copulación solo para la procreación -toca, pero no goces-. Una vez unida la pareja no hay nada mas bonito que demostrar ese amor (que no quiere decir que el sexo sea por el sexo, sino ser capaz de dar algo tuyo a la persona amada, aunque sean unos flujos, flujos de vida). Otra cosa seria lo que acertadamente apuntas, la copulación solo por el placer. Todo hombre tenemos esos instintos, pero los hay que solo de pensamiento (quien este libre de pecado que tire la primera piedra), pero saben retenerlos, porque se ama a una persona y esa forma de amor solo pertenece a esa persona. Al fin y al cabo el sexo solo es otra forma de amar. Esa forma de "morir de amor" dejalo para los poetas, para el resto de los bipedos no sirve, y para los que buscamos una superación en contesto espiritual, en esa superación tambien entra el amor, el que puedes entregar y recibir.
Respecto al segundo tema, la mujer es el pilar del HOGAR, la guardiana de los VALORES que le marido conquista. Con esa emancipación lo unico que se consigue es que el hogar se derumbe y los valores sean robados y sustituidos por otros impuestos y no conquistados (por desgracia conocemos muchos ejemplos). La mujer es la espiritualidad que complementa a la fuerza del hombre para crear la FAMILIA (familia, ajuntamiento y raza). Por desgracia, la "suciedad actual" nos obliga a que la mujer tenga que emnciparse del hombre quiera o no. Todo por culpa del PODEROSO CABALLERO. Y no es por el dinero en sí, si no por tener una vivienda, comida, educación de los bastagos, ... Aunque hay quien dice que:
" El dinero puede comprar una casa pero nunca un hogar, puede comprar una cama pero no los sueños, puede comprar un libro pero no el conocimiento, pude pagar una posición pero no el respeto -y volviendo al tema anterior- puede comprar sexo pero no el amor"
Sin mas se despide este "pobrecito hablador" brazo en alto.
PEPELU
Saludos Pepelu, me alaga ver un comentario de crítica.
ResponderEliminarBien, en el aspecto de las relaciones, lo que abarca del primer al último punto, sigo manteniéndome firme en la postura.
Como sabía que una crítica o refutación de ese estilo podía tener cabida hice hincapié en el hecho de que no había intención de generalizar pues no todos los hombres actúan de la misma manera. Lo que se pretende exponer, y por tanto invitar a la reflexión que no imponer, es la visión de un alto porcentaje de la población, de la que ninguno estamos exentos.
Ante todo, Ad augusta per angusta, a las alturas por el camino más angosto, esa es una filosofía la cual quienes abnegados en luchar del modo que sea deben memorizarla, pues sin sufrimiento no hay éxito. “Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.”
En lo concerniente a la postura del clero que expones, nunca osaría acercarme a semejante asociación religiosa, pues en ningún momento se ha dicho(que yo sea consciente), y eso sería tema para otro artículo debatible, que el acto sexual sólo y exclusivamente se deba realizar para la fecundación, porque si hemos de profundizar en materia biológica, la mujer, tiene un ciclo menstrual que la incapacita temporalmente para ser fecundada, lo cual supone que toda relación mantenida en pro de la misma sería en vano y por tanto sólo por satisfacción mutua o frustración, según se mire. El tema del sexo es otro mundo aparte, forma parte de la unión de los individuos, como forma parte también en el intríngulis de la metafísica y la superación.
La relación de los individuos extra-normales que, ya que me niego a definirlos como normales pues se asemeja a la mediocridad, tienen una relación profunda, armónica con su pareja, llegando éstos a formar una familia complementando así el ciclo de la naturaleza son los propicios pero escasos. Ahí estamos de acuerdo, pero lo que no tiene razón ni refutación alguna es la idiosincrasia de los individuos quienes en busca del hedonismo supremo no dan uso absoluto a la razón y se comportan como meros cuadrúpedos, uno esperando la monta y el otro esperando ser montado.
Está claro también que el amor renacentista no tiene cabida en pleno siglo XXI, lo cual no quiere decir que sea imposible.
Respecto a Shopenhauer, ya que se nombra, me gustaría citar como curiosidad uno de sus párrafos respecto al matrimonio:
“¿Por qué se lleva a cabo el matrimonio?
El género femenino lo exige y espera todo del masculino, a saber, todo lo que anhela y requiere; el masculino le pide al femenino, en principio y de forma inmediata, sólo una cosa. De ahí que haya sido necesario crear la institución según la cual el género masculino puede obtener del femenino la sola cosa que pide, a cambio de asumir el cuidado de todo, además del de los hijos surgidos de la relación; en esta institución reside el conjunto del bienestar del género femenino.”
Difiero en muchos aspectos de las críticas de este hombre, pues como mortal no deseo ni idolatrarlo ni menos aún seguirlo. Bien dicho está que cuando uno encuentre el buda debe matarlo, y así será.
En otro orden de cosas, en lo relativo a la mujer, todo lo que expones es cierto, en ningún momento se ha dicho o se pretende, que la mujer-salmón, y la denomino así porque va contracorriente a lo establecido, sea una fulana de tres al cuarto, si no todo un ejemplo de feminidad que no feminismo (Véase Magda Goebbels). Sin embargo, las mujeres mediocres, que es el adjetivo que olvide puntualizar en el texto, más que luchar por la feminidad, luchan por un feminismo desenfrenado y carente de razón, que no hace sino acercarse a la masculinidad, de ahí esas añoranzas y deseos de poseer un falo propio y análogo en poder al del hombre. La mujer ha sido, es y debe ser una complementación del hombre en su camino angosto hacia la gloria. No debe en ningún momento ser obstáculo en el sendero hacia la perfección, hacia el bien del común, pues el hombre en consecuencia no debe titubear en apartarla de la manera que se precise oportuna.
ResponderEliminarPara terminar, me gustaría decir que la crítica destructiva que se ofrece de la sociedad, no concierne al hombre en general, sino al hombre mediocre criticado a lo largo de los siglos por cualquier filósofo capaz de discernir.
Salve et Victoria!