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Los ríos de color púrpura

Saludos!
Quiero llamar la atención sobre un aspecto poco abordado con valentía tocado sibilinamente en la película que tiene por título el mismo que reza en el encabezado de este artículo.
La acción transcurre en territorio francés, en un pequeño pueblo donde se asienta una Universidad que cuenta con los alumnos más sobresalientes del país galo desde hace varias generaciones.
Al margen de la trama de suspense propuesta en el filme y de la esporádica y esperpéntica aparición de unos skinheads -salidos a escena por causas no casuales sino causales- es importante centrar la vista en la magnífica Facultad. De un gusto arquitectónico maravilloso, la Universidad alberga en su seno toda una plasmación actual de lo que bien pudiere haber sido un Ordensburg alemán durante el III Re¡ch.
Por leyes eugenésicas (los ríos de color púrpura son la sangre, en clara alusión al afán de superación racial), los fundadoes de la institución docente deciden casar a sus hijos entre sí uniendo a los más capaces en lo intelectual con los más hábiles en materias físicas creando así nuevas generaciones de altísimo nivel biológico.
Para no incurrir en la endogamia excesiva -pues ciertas dosis no son perjudiciales, prueba de ello son los diversos criadores equinos y/o caninos que practican las cruzas "in-breeding" obteniendo con ello elementos de más alta calidad en todos los aspectos-, admiten a estudiantes brillantes en su selecto núcleo y los integran en él perfectamente. Mediante la educación, la formación integral y la convivencia exquisita, logran que el círculo se cierre sobre sí mismo siendo los propios jóvenes los que se interesen entre sí a fín de aumentar su linaje y el nivel de su raza pues son los pocos grandes hombres los que propulsan la media de un pueblo.
Incido en esta cuestión pues la eugenesia es una cuestión importantísima abandonada en pozo seco dentro de nuestras propias filas pues lo ideal sería que caballeros y damas como nosotros, con inquietudes supranormales, se casasen entre sí por el bien de su progenie y la mejora de su calidad racial pues es en nosotros, hombres y mujeres sanos, fuertes, capaces, cultos e inteligentes, donde se haya la última esperanza de nuestra raza.
Porque es en el germen de nuestra descendencia donde se encuentran los postreros héroes de nuestro pueblo y los últimos soldados de la Tradición.
Por una cuestión numérica -pese a que indeseable- los hombres de nuestras ideas debemos buscar nuestro cónyuge en el extrarádio de nuestras filas pues pocas son las féminas que nos secundan en lo ideológico. Por ello, el hombre debe decantarse por una esposa mirándoma más en y por la simiente que ha de dejar y por ende, en la calidad biológica de la fémina y su capacidad educadora que en cosas secundarias como las pasiones mundanas o el amor transitorio, cuestión por la que se forman la inmensa mayoría de las parejas. Lo que es completamente ideológico e intolerable es que las mujeres que nos son propias por defecto, aquellas a las que consideramos "commilitas" o "camaradas", contraigan matrimonio con hombres que no les den el par en lugar de buscar en su conyuge a un camarada en el que apoyar su lucha y sobre el que volcar sus esfuerzos y esperanzas cuando ella deba pasar a un segundo plano militante a fin de cumplir con su divina encomienda de ente creador de vida. Llegado ese instante, si el hombre que le acompaña sentimentalmente no se adhiere a los preceptos y principios inmutables del nacionalsocialismo y de nuestra Tradición, ella abandonará -como es natural- su condición terrenal como militante para abrazar su condición de Diosa y su lucha habrá tocado fondo. Si, por contra, su esposo es un nacionalsocialista convewncido y leal, será éste el que ocupe el papel de ambos en la lucha mientras ella se dedica a la ardua tarea de la educación de la progenie.
Por todo lo acontecido, desde la redacción de este blog llamamos a martillazos sobre la conciencia racial y exigimos se anteponga el deber al placer, dando prioridad a la razón sobre el corazón.
Sea!

Salve et Victoria!

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