"…Llegará un día en que los hombres como yo, verán el asesinato de
un animal como ahora ven el de un hombre" Leonardo da Vinci
Comenzando un artículo de
discordia, es importante matizar y resaltar que hay más de un autor escribiendo
estas líneas, con ello espero que la ira de los lectores no caiga sobre uno en
concreto.
Recientemente tuve una profunda
reflexión sobre el consumo de alimentos, concretamente su consumo por parte del
hombre. Éste, como bien se sabe, actualmente dispone de una alimentación
variada lo cual supone un aporte completo para el funcionamiento diario, así
como una prolongación de la esperanza de vida del mismo.
A lo largo de los siglos y
tomando como punto de referencia la teoría evolucionista darwiniana, el bípedo
ha desarrollado su nutrición hasta convertirse en lo que hoy llamamos un animal
omnívoro. El desarrollo del intelecto ha contribuido sobre manera a la búsqueda
de nuevos sustentos, sin ella hubiéramos muerto de inanición siendo pasto de
otros depredadores mejor dotados físicamente.
Con todo ello podemos tolerar y
se comparte el antiguo instinto de la caza pues no es otra cosa que el instinto
de conservación y supervivencia inherente a todos los animales que pueblan la
Tierra. Pero ello no justifica en absoluto la abominación en la que se ha
convertido el proceso de alimentación de los voraces seres que somos los
humanos.
Somos, muy a nuestro pesar, los sumos
responsables de todos los desastres medioambientales, culpa de la molicie y la
completa sumisión a los adoradores de la materia.
“La grandeza de una
nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a
sus animales”.- Mahatma Gandhi
Entrando pues en la materia,
ahondamos en la reflexión ¿Es necesario para una civilización occidental o no
el uso de carne como alimento?
Evidentemente que todas las
civilizaciones han sido y serán consumidoras de carne pero… ¿no será aquella
civilización, la que con su juicio e ingenio, sea capaz de alimentar a sus
semejantes en base a una ética alimenticia revolucionaria, entroncando
directamente con el respeto y por ende el paralelismo con la naturaleza?
En modesta opinión, sí.
Un pueblo en armonía connatural
con la naturaleza es el summom bonum, la
felicidad, o el retorno al origen. El alcance de tal estado supone la superación
del individuo, su elevación sobre todas las cosas, más allá del bien y el mal, pues
participamos de la perfección.
Allá por los años 30, un odiado y
admirado hombre tenía máxima conciencia de lo que se expone. Precursor de los
derechos animales, exaltado amante de lo natural, vivo retrato de las
definiciones anteriores. Todo ello bajo la tensión y el acecho de los enemigos
de la identidad, ¡Aún así! Tuvo la determinación y la voluntad de proteger lo
que como se ha expuesto arriba, forma parte de un Todo.
Alienado o no, el hombre ha
vivido en un pedestal sobre el orden de las cosas, admitiendo en todo momento
su supremacía en derredor suyo. Sin embargo, inevitablemente formamos parte de
una constante cíclica, un eterno retorno en el que todos formamos parte.
Ya no somos una sociedad de
cazadores-recolectores, somos la hez de una sociedad necia y en consecuencia
intolerante. El hombre cazador, uno de nuestros inmediatos ancestros, hacia uso
de la cognición para alimentarse, en beneficio incluso de la especie depredada,
pues bien es sabido que aquellos
elementos de una especie supervivientes a la depredación, son los mejor dotados
genéticamente, favoreciendo el
desarrollo de una especie fuerte.
Sin embargo, esto se escapa del
propósito de concienciación, hablamos del pretérito cuando debemos hablar del
futuro. No es aquello que comamos lo que nos hace evolucionar como especie,
sino la voluntad y la superación constante. Eso es lo que determina el nivel de
una especie, su nivel cultural, su desarrollo físico, etc.
Es pues lícito que hagamos un
tremendo esfuerzo por la conservación y
superación de nuestro pueblo en base a la armonía natural.
"Hay una cosa
que puedo predecir a los
que comen carne, que
el mundo futuro será
vegetariano"
Adolf Hitler
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