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Mil y Una razones para no votar


Sí hallo la necesidad de escribir estas líneas no es por otra cosa que el malestar convulso y vomitivo que siento cuando se acerca uno de los más demoníacos, perversos y plebeyos actos sociales como es el llamado –sufragio universal-.

Esta pantomima pensada e instaurada por los hijos del “Quinto Estado” del cual nos hablan tradicionalistas de las corrientes más aristocráticas del pensamiento, no es en realidad otra cosa que la instauración mediante un mecanismo irresponsable y con fines nefastos para el devenir de los pueblos de la fuerza conductora de los mismos.

Por un lado y haciendo uso del ojo avizor, se puede vislumbrar como todos aquellos vendedores de quimeras que a lo largo de la historia ya pasada han pretendido poner el destino de las más altas civilizaciones en manos del vulgo, o bien otorgando ciertas dosis de participación del mismo, estos por su naturaleza inclinada al deseo, la codicia y a su vez todo ello anquilosado en una perspectiva individualizada de las existencia, en pocas generaciones han conseguido convertir un fiel reflejo del orden y la belleza cósmica en la tierra en un ente cadavérico y enfermo donde la fealdad y el desorden han sido los protagonistas de la rápida desaparición de las mismas.

Muchos son los que creen a estas alturas y tras lo visto que una sociedad aristocrática y totalitaria, por sus metas y sus formas de alcanzar las mismas son creación de atormentadas mentes con fines fatalistas para el resto del conjunto poblacional, pero; ¿Que hay de cierto en estas consignas y hasta donde otra opción puede ser menos contraproducente si cabe?...

Ante todo y para poder entender lo expuesto en este preciso instante, sería menester aclarar o mejor dicho neutralizar toda una serie de falsos conceptos que durante poco más de dos siglos han sido inculcados por los que ahora gobiernan y que poca base han tenido a lo largo de un espacio-tiempo mucho más amplio.

Conceptos como igualdad, fraternidad, bondad humana, etc. son meras rapsodias descafeinadas. Si en cambio hacemos un uso metódico de nuestra razón y todo ello lejos de conjeturas premeditadas, veremos como estos conceptos no ocupan lugar en ningún rincón del cosmos, ni como entes, ni como manifestaciones de estos.

Todas las tesis progresistas en sus diversas corrientes (moderadas, conservadoras…) no son más que una patraña de un sistema insostenible e inviable tanto por su ideario como en su pragmatismo. Demostrado esta ya que tan solo una élite es la capaz de forjar un destino tendente a lo alto, donde el devenir constante de un pueblo halla imperecederamente nuevas metas que alcanzar mediante el sacrificio y la voluntad de la totalidad, bajo un mando perfectamente dotado.

Despertemos del letargo en el que nos hallamos sumidos y si realmente tenemos una necesidad interna de sentirnos útiles para con nuestro pueblo, con tesón, paciencia y entrega reptemos para alcanzar la cúspide de nuestra transmutación de mero mortal a Ser inmortal. Formemos parte de esa élite requerida por la comunidad, dando fe de la necesidad de nuestra presencia en la misma con nuestro proceder diario.

Es muy fácil querer recibir toda una serie de prestaciones por parte del conjunto de la comunidad, ser escuchados, participar de la toma de decisiones importantes, ¿Pero acaso todo individuo esta capacitado para ello? Efectivamente no, la gran mayoría que forma el conjunto popular, muestra un perfil social caracterizado por la irresponsabilidad, por la incapacidad tan siquiera de tomar decisiones importantes en sus quehaceres diarios, tanto para sí como para los suyos, en definitiva, escenifican una imagen donde cumplen la función de meros animales de carga que de no ser conducidos por sus amos se perderían por el camino.

La tiranía en cierto modo, sería dada tras negar el ingreso de un nuevo miembro capaz de entre la comunidad con esta élite requerida, bien por intereses del extrarradio social o bien por intereses económicos; pero pasar por alto la voz de un mero bípedo capaz de soslayar una acción aberrante de ningún modo debe considerarse un acto tiránico, por el contrario es un bien para el resto del conjunto.

Como último querría indicar a todos los commilitas que recapaciten sobre el nefasto mecanismo perpetrado por la tiranía democrática como es el citado. Que no sean participes de tan aberrante acto y que centren sus fuerzas y voluntad combativa en superarse día a día para formar las columnas de esa anhelada élite. Toda formación y predisposición para la defensa de la sangre y el suelo será poca a razón del devenir que se cierne sobre nuestro glorioso continente.

¡SALVE ET VICTORIA!

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