Me levanto por la mañana y observo un mundo sumido en la más absoluta decadencia. Ruinas y vestigios de tiempos mejores… retazos de épocas de esplendor solar y viril…
La fealdad ha tomado las calles e impera en el campo de las artes nobles alejándolas de su origen divino… La misma fealdad es la que gobierna el interior de los hombres –más si cabe en los nuestros- inmerecedores de una sangre legada por lo mejor que ha dado el mundo y prostituida por el abandono y la dejadez, alquilando la ética y el estilo de los pueblos Indoeuropeos a cambio de una miserable bolsa de monedas de oro.
Fealdad también es lo que se impone físicamente en la estética y en la conformación antropológica del cuerpo al no cuidar su reproducción eugenésicamente. El pueblo, pervertido por las modas, se disfraza de payaso tendiendo por único y jocoso público desternillado a los amos de sus gobernantes mientras estos miran satisfechos al tiempo que se frotan las sucias manos opulentas curvando la espalda y combando las piernas, aposentados en sus poltronas cómo nuestros consanguíneos se alejan de la personalidad que años ha les hizo frente como mortales enemigos…
Fealdad social, económica, política, filosófica, psicológica, deportiva, marcial e incluso conyugal. Eso es lo que conforma el horrendo mundo actual que no clama ya por que la plebe acuda a urnas en busca de un mejor programa político alternativo que solvente sus vicisitudes y problemillas socio-laborales (único motivo por el que las masas faústicas se mueven), sino que implora la aparición de una aristocracia lo suficientemente fanática y enajenada como para cargar su fusil abriendo fuego contra los convocantes a los comicios pues revolución no es reformismo y, como se dijo antaño, las urnas solo sirven para ser destrozadas a martillazos…
Debo clamar pues, desde estas líneas escritas en la más oscura estancia del Hades, por y para que el Kalki justiciero galope una postrera vez a lomos de su corcel blanco e impoluto blandiendo espada y portando consigo la siembra de la muerte y la destrucción del mundo, trayendo consigo la eterna paz: la muerte… Todo fin da lugar a un nuevo comienzo (del mismo modo que de la putrefacción de un cadáver nacen gusanos) libre de perversiones pues en origen, la vida en si no es dañina sin elementos alójenos que manipulen e influencien su bobalicona bondad.
Se torna pues necesario que mis correligionarios asuman la imposibilidad de una Victoria terrenal pues el mundo, producto de un Dios creador que por definición no es adverso, es ya un saco de estiércol maloliente en el que solo los gusanos pueden coexistir. El tan manoseado como incomprendido Satya-Yuga no es sino la era del Espíritu, donde el cuerpo no existe y por ello no es nocivo. La Edad dorada de los Arya es pues, la edad de la Nada, la inexistencia del Ser tras el tan necesario final…
¿Porqué luchar entonces?
El combate diario en la vida debe perdurar sin titubeos pues es necesario libertar al Espíritu cautivo por el Demiurgo en su mundo de creación por medio del sacrificio y del sufrimiento en compensación por su legado denostado y en expiación por los agravios efectuados a nuestra propia herencia racial.
La lucha no es necesaria, ¡es obligatoria! Pues las heridas se tornarán cicatrices en el cuerpo celeste del Todo Universal que harán que éste jamás olvide como un día nos dejamos someter volviendo a nuestro pueblo débil y enfermizo a fin de que ello sirva de experiencia para evitar que, en el eterno ciclo de la vida, la historia se vuelva a repetir…
¡No hay guerrero más temible que el que no teme morir pues en la muerte tras el combate halla la Gloria!
Ad augusta per angusta!
Salve et Victoria!
Además hay una cuestión que hay que tener en cuenta y es que aunque se llegue a la victoria de un ideal cualquiera, toda la obra posterior se corrompería con el correr de los años. Hasta la más grande de las asociaciones, doctrinas, partidos o imperios, si dura el tiempo suficiente muere apestado en su propia corrupción y sin tener nada que ver con los principios con que se fundó, sean los que sean.
ResponderEliminarLa lucha por un ideal que consideramos noble y que puede acabar con un mundo corrupto es vital, pero no solo por verlo realizado ya que nuestro ideal tarde o temprano sabemos que también se corromperá, sino porque esa idea es un reflejo de algo superior. Que no se preocupen los que creen que caemos en mesianismos, para nosotros no hay mejor ofrenda a Dios que el sonido de los tambores de guerra.
Como te comenté en fb, te he agregado a mi blog para ir siguiendo también el tuyo. Para mí lo más importante es intercambiar ideas con gente que se atreve a pensar.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Saludos!
ResponderEliminarSea cual fuere la base e idole del pensador, siempre hay que tener a este sentado a la mesa deldialogo pues de profundas conversaciones es de donde fluyen las mas nuevas y grandes ideas...
Bienvenido seas pues al rincon de los malditos!!!
Salve et Victoria!