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De la homosexualidad...

En la antigua Hélade, los griegos solían resolver todo cuanto les rodeaba por medio de la razón. Aristóteles desarrolló silogismos, es decir, el razonamiento deductivo el cual por medio de oraciones determinaba una conclusión. Aquí exponemos el ejemplo más ilustre:

-Todos los hombres son mortales

-Sócrates es hombre.

Y por tanto:

-Sócrates es mortal.

Actualmente, sobre todo en España, se ha podido observar un poderoso auge en torno a la homosexualidad. La homosexualidad en si no es nada nuevo, es algo que siempre ha acompañado a la sociedad, pero al contrario que en la actualidad siempre ha sido un tema escabroso y siniestro. Siempre ha habido teorías en referencia a este fenómeno que intentaremos dilucidar a continuación por medio de la razón y por tanto utilizando herramientas que posee el ser humano, lo cual quiere decir que al ser hombre mortal y por tanto imperfecto puedo y es posible que errare con el texto.
Si nos basamos en la estructura oracional deductiva de Aristóteles, podemos formar las siguientes oraciones y de ella llegar a la conclusión:

-Todos los hombres son heterosexuales por naturaleza.

-Sócrates es un hombre

Y por tanto:

-Sócrates es heterosexual por naturaleza.

Nos referimos al término “naturaleza” porque es un hecho indiscutible de que la naturaleza dota a los hombres de genitales necesarios para la procreación con la especie femenina y viceversa. Ahora bien, de ello deducimos que los hombres, por naturaleza son heterosexuales, no debe haber ninguna duda. Un hombre no puede copular con otro hombre si lo que quiere es descendencia.

Tras la utilización del método aristotélico, sería conveniente resolver este enigma “escabroso y siniestro” de la homosexualidad por otro método aún más sencillo y acorde a los tiempos que corren. Con ello nos referimos a la mimetización.

El ser humano a lo largo de los siglos ha tratado y en muchos casos ha tenido éxito en el hecho de emular la naturaleza. Tanto es así que hoy en día no es sorprendente ver aviones sobrevolando nuestras ciudades, pues nuestros ojos están más que acostumbrados a verlo. Sin embargo en siglos anteriores al XX, el hombre al contemplar a las aves ansiaba poder volar como ellas, de hecho era uno de los sueños más anhelados por el hombre. (Véase Ícaro)

Y siguiendo este mimetismo tenemos también el transporte subterráneo que no hace más que emular a otro animal como la lombriz, así como las perforadoras subterráneas que imitan a la perfección la función de éste ser vivo.

Otro de los grandes inventos revolucionarios del siglo XX fue sin duda fue la computadora, llamada comúnmente ordenador, PC, etc. Este logro permitió un gran avance en la ciencia, pues era para los científicos como contar con un cerebro más, solo que no actuaba ni actúa de forma autónoma (de momento), a no ser que tenga una programación adecuada, pero aún así necesita la acción del hombre para poder funcionar.

Pese al funcionamiento “reducido” de estas máquinas, nos encontramos ante lo que sería un cerebro humano, una máquina compleja capaz de desarrollar diversas tareas a través de ordenes ejecutadas. Para poder mover el brazo, es necesario que el cerebro envíe la información pertinente para que ese músculo ejecute la acción de movimiento, lo mismo ocurre con un ordenador, para abrir una aplicación o programa, es necesario que el procesador central envíe la información para que dicha aplicación se ejecute correctamente.

Una vez visto este esbozo sobre el mimetismo de la técnica y la naturaleza, vamos a observar como la tecnología actúa paralelamente al mundo natural en caso de que haya un error en el funcionamiento de ambos. Anteriormente hemos expuesto el ejemplo del avión con el ave. Ambos poseen alas que les permite estabilizarse en el aire, pero si una de ellas falla, ambos caerán pues no están capacitados para continuar volando.

En el caso del cerebro y el ordenador la cosa es más compleja, pero a través del logos podemos establecer unas pautas que nos hagan entender en cierto modo por qué o cómo ocurren las cosas.
En primer lugar tenemos un ordenador cuyo funcionamiento es óptimo hasta que en un determinado momento el microprocesador o cualquier otro componente que intervenga en el funcionamiento de este falle y, en consecuencia, pueden ocurrir diversas cosas:

-El ordenador deje de funcionar

-El ordenador funcione pese a padecer una tara, pues hay componentes que pueden ser prescindibles.

-El ordenador continúa funcionando, pero con unas serias limitaciones que incluso le pueden hacer actuar de forma adversa: Ejecutamos una aplicación, pero el ordenador ejecuta de este modo otra o por otro lado no hace nada.

Estos son tres posibles, que no únicos, casos que pueden ocurrir en caso de fallo.




Ahora como es menester nos detendremos en el órgano más complejo del cuerpo humano, el cerebro.

Según la Real academia de la Lengua, en cuanto a la definición de cerebro encontramos:
cerebro.

(Del lat. cerebrum).
1. m. Anat. Uno de los centros nerviosos constitutivos del encéfalo, existente en todos los vertebrados y situado en la parte anterior y superior de la cavidad craneal.

Y junto a esta definición encontramos la de “cerebro electrónico” al que le corresponde la siguiente definición:

~ electrónico.

1. m. Dispositivo electrónico que regula automáticamente las secuencias de un proceso mecánico, químico, de cálculo, etc.


Según las enciclopedias, el cerebro es el órgano o soporte de la sensibilidad consciente, de los movimientos voluntarios y de la actividad psíquica. Ahora bien, la atracción que tenemos hacia otra persona, en el caso del apareamiento viene propiciado por los sentidos y se corresponde con el alma sensitiva expuesto por Aristóteles, que poseen hombres y animales. Nunca, de forma física, podremos sentirnos atraídos por otra persona a menos que podamos verla, tocarla, olerla etc. Todo ello radica en el cerebro.

Se dice que la naturaleza es sabia, y por ello como dijimos al principio dotó de órganos reproductores específicos para ambos sexos. Nuestro cerebro debe actuar conforme al orden natural y no en detrimento del mismo.

Si ahora volvemos a lo que dijimos al principio con los silogismos, que “el hombre es heterosexual por naturaleza”, observamos que ante la homosexualidad nos encontramos ante una contradicción natural. Existe hombre y mujer por el trascendental hecho de la reproducción. No puede haber uno sin el otro y viceversa. Centrándonos también en la posibilidad del fallo cerebral, podemos dilucidar, que si un cerebro tiene un fallo (sea de nacimiento o provocado posteriormente), pueden ocurrir diversas cosas como:
-Perder alguno de los sentidos

-Movilidad en alguna extremidad del cuerpo

-Alguna deficiencia psíquica

-Etc.

Vemos pues que el cerebro, complejo como cualquier otra máquina de esa índole, ante cualquier fallo interno puede actuar de un modo diferente al que debería hacerlo si todo funcionara a la perfección.

Entrando en terreno cenagoso, podemos determinar, que la homosexualidad puede ser debida a un fallo cerebral, que no impide en absoluto el funcionamiento correcto del individuo sino que ese “fallo”, hace actuar al individuo de una forma diferente en cierto aspecto, y este es el de la atracción sexual.

La naturaleza jamás, puesto que es sabia, propondría destruirse a sí misma, por tanto deducimos que la conducta del individuo homosexual no es natural de ningún modo, sino al contrario. Esa acción atenta contra la procreación y la perpetuidad de la especie en sí.

De igual modo que existe el daltonismo que es un defecto genético que impide la visualización correcta de los colores, la homosexualidad es un defecto genético o cerebral que imposibilita al individuo sentirse atraído por su contrario.

Los contrarios nacen de los contrarios, así dijo Platón.
Así como un número no puede ser par y no serlo a la vez, un hombre no puede ser hombre y no serlo a su vez siendo mujer al mismo tiempo, al menos de forma natural.

Salve et Victoria!

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