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Violencia de género...

Entablando una conversación trivial con una compañera de trabajo sobre un individuo que apalizó ayer a su exmujer en mitad de la rambla de mi pueblo natal, he llegado a una conclusión que no puedo dejar de manifestar en este blog de ideas libres.
Intuyo que existen dos clases de “hombres violentos”: los que lo hacen por costumbre y aquellos a los que en un momento puntual se les desata el instinto…
Los primeros pertenecen a una casta subhumana de animales-hombre que aplica sus instintos de dominación por medio de la fuerza bruta, sabedores de su mayor volumen muscular. Estos anulan a su cónyuge por medio del miedo hasta subyugarlas y, una vez en ese estado, la controlan mediante el temor y el terror. A estos no los voy a tener en cuenta porque, bajo un prisma filosófico, carecen de interés real para la reflexión. Pero amigos, existe un segundo grupo de hombres que de manera esporádica ven como su mente se bloquea y entran en un estado de impotencia donde la palabra ya no sirve y que, si en ese estado topasen con el mejor de sus amigos o con su progenitor, también este seria golpeado por frustración y como método de hacerse entender. Esta aplicación del instinto es comparable en grado sumo al azote que la madre propina a su hijo cuando este le arrebata de su serenidad y la desencaja pues el niño se expresa de manera tenaz en su propio idioma y la madre no es capaz de hacerle entrar en vereda. En ese momento el azote es conveniente y necesario pues es un modo de imponer la autoridad y hacerse escuchar cuando no hay método alguno para lograr esa conclusión necesaria. La madre es inmensamente más corpulenta y poderosa que el infante y no por eso refrena sus instintos para hacerse oír.
En el caso del hombre que azota a su pareja en esas mismas circunstancias la comparativa me asalta…
En la mayoría de los casos, y desligándonos de todo prejuicio existente, la fémina es mucho mas perversa en lo psicológico que el varón, digamos que mucho más diligente en sus argumentos verbales y el hombre más impulsivo, menos calculador, más simplón… No es infrecuente la escena de una discusión matrimonial donde la mujer alza la voz al cielo disparando ráfagas lingüísticas como una ametralladora apagando todo atisbo de lucidez masculina por medio del avasallamiento, quedando este callado y reprimido por no ser de su condición el hablar con la requerida maldad. Si la discusión se prolonga en el tiempo hasta extremos límite nos damos de frente con la ya previsible agresión. La necesidad de ser escuchado y entendido en vano, unida a la virilidad desatada por la frustración y la impotencia, se manifiestan en forma de correctivo de cinco falanges dirigida a la labia lunar incansable y viperina que no cesa en su empeño aniquilador.
El ser, acostumbrado por la naturaleza a ser el “macho alfa”, se animaliza a causa del acorralamiento dejando aflorar sus más primitivos instintos de comunicación por lo que el acto de defensa de la honra explota en el rostro de la amada del mismo modo que la mano de la madre aplasta los cachetes del niño…
No se me malinterprete, no pretendo hacer apología de la violencia de ningún tipo ¡Dios me libre! Mi pretensión es dilucidar sobre el porqué profundo de las respuestas sociales del día a día para ayudar a todo lector a despegarse de su atadura terrena como bípedo parlante abrazando así la razón por medio del conocimiento absoluto y este solo se alcanzará afrontando los asuntos más turbios y reconociendo las realidades que nos envuelven, fuere cual fuere su naturaleza, a fin de concluir sus causas y aprender de sus consecuencias.
Del mismo modo que la opción de una revuelta armada no se toma porque sí, tampoco se decide con premeditación golpear de furia a la mujer que amas (pese a que ella si intenta anular a conciencia la mente viril, conocedora como es de su capacidad psicológica para la manipulación y la castración viril del Espíritu).
Viendo la consecución de los hechos histórico-míticos de nuestra Tradición son numerosos los casos en los que alguna mujer es “corregida” por su esposo sin mayor virulencia que la desatada por el fragor del instante alterador. También se puede observar como lamentablemente Menelao no azotó el rostro de la adultera Helena de Esparta cuando esta se encamó con Paris, huyendo con él aprovechando que su esposo lloraba en Creta la muerte de su hermano Agamenón de Micenas. Igual pudimos ahorrarnos la guerra de Troya con una sola “galleta” a tiempo…









Helena, pintura de Anthony Frederick Augustus Sandys (Con semejante rostro de mala uva que gastaba la Doña no me extraña que fuera tan furcia…)

Volviendo al tema en cuestión aquí tratado… no es de recibo cebarse con acto puntual alguno o no pero muchas son las mujeres que se aprovechan de la moda de la “violencia de género”, a la que deberían llamar violencia machista porque solo se centra en defender a la mujer que es golpeada por el hombre, lo cual me hace plantear una última duda que dejo en la cabeza del lector:
Si una pareja moderna (es decir comprendida entre un hombre y un hombre o una mujer y una mujer) discute y llega a las manos, ¿esta recogido en la ley de la violencia de género?...supongo que no pues no es violencia de género pues no enfrenta a un género contra otro sino a dos especímenes de la misma sexualidad, lo que nos deja en desventaja (a los heterosexuales) legalmente pues ellos si pueden abofetearse a placer sin que la jurisprudencia interfiera en el lecho conyugal y sus prácticas socio-familiares.
Soy un hombre de bien, un caballero de los que pocos quedan y jamás he tocado a una Dama (ni siquiera a una mujer) ¡y Dios sabe que no tengo intención de hacerlo por nada del mundo! No obstante, no puedo dejar de plantearme el porque de un establecimiento legislativo en ese campo…
Sin duda la culpa es nuestra, de los hombres, cuando los hombres no votaban, cuando las mujeres no participaban de la vida política y los hombres no tomaban parte en los quehaceres domésticos, cuando un hijo no rechistaba a un padre pues no era su “colega” sino un modelo a seguir, cuando cada miembro de la familia ocupaba su lugar en esta y nadie pisaba el terreno del otro no habían tantas disputas conyugales ni tanto “Divorcio Express”, vamos, que cuando mi abuelo era joven los matrimonios aun duraban para toda la vida con amor y respeto, no como un contrato laboral del que pueden despedirte sin más o en el que pueden hacerte el famoso “Mobbing laboral”.
No si con lo que he odiado yo al tío Paco y al final le tendré que echar en falta…
En fin…lo dicho:
Salve et Victoria!

(y ojito no levantar mucho el brazo con énfasis cerca de la parienta vaya a ser que lo tome como un amago de ostión y os denuncie…)

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con lo expuesto. La verdad que de todo lo comentado lo más irritable del tema en cuestión, es la dichosa ley de la violencia de género, desgraciadamente en la mayoria de los casos no es aplicada dentro de su marco de actuación sino a modo de arma legal a disposición de la femina conyugal, la cual denigra totalmente al conyuge... De hay el maltrato al alza..

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  2. Saludos,
    Estoy totalmente de acuerdo. Creo que todo este circo mediático y político sobre la violencia de género, se hace con el único fin de implantar un sistema matriarcal para ridiculizar así el espíritu del hombre ario y su concepción histórico/metafísica de la existencia. Pues, lastimosamente, la degeneración de la mujer en su gran mayoría, también es la degeneración y perdida de valores del hombre indoeuropeo. Cada día se rompen "familias" y de ellas se nutren los grandes bufetes de abogados. Así funciona este gobierno del dinero, esclavos del pan y la miseria, hijos del dinero y el materialismo.

    Un saludo, brazo en alto.
    Salve et Victoria!

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